lunes, 22 de febrero de 2016

Zapatero.

¡Pero que me dice! usted me esta bromeando.
Le respondió, mientras ojeaba por cuarta vez un periódico pasado.
No, no es una broma ¿le es tan difícil creer que no tengo otros?
De usted, sí, siempre me mandó zapatos con poco uso para algunos retoques sin importancia. Nunca los hice.
Disculpe, no le entiendo.
Eran trabajos sin importancia que me quitaban tiempo yo aceptaba solamente cambios de tacos y suelas corridas, cambios de colores, trabajos que fueran remunerativos. No tonterías como los suyos ¿No lo sabia?
 Jamás reparé en eso, sólo los mandaba y los recibía de vuelta.
¡Exacto! ahora sí me está entendiendo.
Exclamó el zapatero, buscando ridículamente en el periódico alguna noticia que se le haya pasado.
Honestamente no le entiendo, creo que goza al verme ahora viviendo tiempos difíciles, si no tiene un par de zapatos olvidados por alguien que me pueda regalar sólo dígalo y no lo molesto más.
¿No me entiende? la vida le dio abundancia, no me importa si fue por mérito suyo o no, le dio y lo perdió.
La vida me daba trabajo y yo no lo acepté y lo perdí ¿ahora me entiende? y sí me alivia verlo en desgracia. No fui el único idiota... ya ¡lárguese!


          
    

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